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Haciendo realidad el milagro del buen samaritano
 
La Pastoral de la Salud de la Arquidiocesis de Santo Domingo es la evangelizacion y accion de la Iglesia Catolica a traves de la presencia liberadora, curativa y salvadora de Cristo, ofreciendo atencion especial y humanizada a las personas que sufren de alguna enfermedad o en la prevencion de las mismas.
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«¡Dios mío, Dios mío!, ¿Por qué me has abandonado?»: Reflexión sobre la cuarta palabra en el Sermón de las Siete Palabras

29 de marzo de 2024, Santo Domingo.- La Iglesia Católica conmemoró la Pasión y la Muerte de Cristo, hoy Viernes Santo, como parte del triduo pascual, con la solemne celebración del Sermón de las Siete Palabras, que consiste en las lecturas de las últimas frases que Jesús pronunció en la cruz, y a partir de las cuales el clero presente comparte profundas meditaciones y reflexiones sobre el sufrimiento que atraviesa la sociedad dominicana y la humanidad, teniendo como escenario la Catedral Primada de América.
 
Las siete frases son «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23,34); «Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23,43); «Mujer, he ahí tu hijo. He ahí tu madre» (Juan 19,26-27); «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado» (Mateo 27,46; Marcos 15,34); «¡Tengo sed!» (Juan 19,28); «Todo está cumplido» (Juan 19,30); «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lucas 23,46).
 
Sor Trinidad Ayala Adames, coordinadora general de la Pastoral de la Salud y madre superiora de la Congregación Hermanas Mercedarias de la Caridad, reflexionó en torno a la cuarta palabra, en cuyas palabras narró el apresamiento y la flagelación que padeció Jesús desde la noche del Jueves Santo hasta la crucifixión, al recordar: «Y Jesucristo Nuestro Señor, cerca ya de la hora de nona, lanzó este grito desgarrador: «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?». Expresión que señala el momento culminante del martirio de Nuestro Señor en la cruz y que señala también que nos amó hasta el extremo, ante el dolor humano de alma y de cuerpo.»
 
Ayala Adames, elevó su voz para alertar a la sociedad dominicana sobre la política: «Ante los políticos corruptos que solo se enriquecen con los bienes del pueblo y cada cuatro años nos venden esperanzas de cambios; los cuales se quedan en promesas».
Hizo un llamado por la salud de la población frente a «la indiferencia de nuestras autoridades, ante el deterioro de la salud mental y ver como se hacen de la vista gorda y sentencian de manera injusta a nuestros hermanos a la indigencia, la indiferencia y en ocasiones hasta la muerte.» «Ante nuestro sistema excluyente de salud el cual hace que los más pobres se les haga imposible tener acceso a servicios adecuados de salud, medicamentos, también la medicina de alto costo, tratamientos ante enfermedades comunes y terminales.»
 
Ayala meditó sobre los desafíos de las familias: «Ante la tristeza de un padre o una madre desempleada y con hijos que no tiene cuñas para conseguir trabajo y se sienten como Jesús, abandonado en el calvario, viendo como se le pasan los días acumulando deudas, sin saber en qué terminará su suplicio.»; así como la violencia intrafamiliar imperante, «Ante el maltrato del esposo hacia la esposa, de la madre y el padre a sus hijos e hijas, descuidándoles de atenciones básicas, como la educación, la nutrición y el afecto; porque has abandonado a la mujer sufriente que ve a su esposo serle infiel y derrochar lo poco que tiene en borracheras interminables y luego la golpea inmisericordemente delante de sus hijos, los cuales ante el ejemplo en el hogar se convierten en delincuentes que castigan a las personas que día a día salen a ganarse el pan honradamente.»
 
En cuanto a la seguridad ciudadana y el costo de la vida, Ayala razonó que «Grita nuestra sociedad ante la violencia y ola de delincuencia que nos arropa: ¿a cuántos de los aquí presentes o nos siguen mediante los medios de comunicación, no lo han atracado, o a cuántos que conocemos?; asimismo, «Ante el costo abusivo de la canasta familiar haciendo que la masa pobre tenga que hacer malabares para salir a flote mes tras mes.»
Urgió en crear consciencia como entes sociales, «Ante la globalización de la indiferencia que nuestro papa Francisco nos denuncia como el peor mal de la humanidad hoy en día: donde nosotros mismos nos hemos convertido en mirones en el calvario los cuales nos da lo mismo los sufrimientos de nuestros hermanos más cercanos.» En similar sentido, «Sentimos nosotros que tratamos de llevar una vida apegada al evangelio y por más que nos esforcemos todo nos sale al revés, ¿de qué vale ser cristiano si a otros todo les sale bien?, así pensamos y así nos sentimos ante las contrariedades del día a día. Estamos como Jesús vencidos, ahogados, ¿Por qué nos abandonas en la duda, en el miedo, en la impotencia?, ¿Por qué te callas, Dios, por qué te callas delante de la injusticia…»
 
Dentro de sus palabras finales, Ayala exhortó: «Sin saber, que como la lectura del día de hoy tomada del libro de Isaías (49,1-6): Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios.»

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